El grupo B de rallyes nació en 1982 de la mano de la FIA (por aquel entonces FISA) que
con una serie de nuevas reglamentaciones hacia posible el desarrollo de los
coches que integrarían esta categoría. En esta categoría era posible crear un
coche exclusivamente de competición y el fabricante solo tendría que crear 200
unidades para el mercado y las evoluciones de los vehículos se homologarían con
solo 20 unidades más, a diferencia de la categoría A o N que debían producir un
mínimo de 2.500 unidades.
Esta categoría no solo supuso la mayor especialización de
los coches, también supuso el uso de nuevos materiales y formas de concebir un
coche de rally y la introducción en el mundo de los rallyes de la tracción
total. La FIA no ponía limitaciones en
cuanto a la potencia, estableció pesos mínimos muy bajos y permitió el uso de
chasis tubulares y carrocerías de fibra.
Todo esto supuso el nacimiento de coches más ligeros y muy potentes que
permitían alcanzar grandes velocidades (casi todos los coches del grupo B
superaban los 300 cv) aunque no todo podía ser bueno, pues la FIA no se
preocupó en exceso de la seguridad de los pilotos y pronto veríamos lo
peligrosos que eran estos coches.
Así fue como nació el grupo B o la época dorada de los
rallyes, que sustituía al grupo 4, coches potentes y ligeros, difíciles de ver
en la calle.
Dentro de esta categoría nos encontramos con el primer coche de
tracción total, el Audi Quattro A1, que demostró que el futuro de los rallyes
era la tracción total. El Audi llevaba un motor de 5 cilindros con turbo que
rendía unos 370 cv a 6.500 rpm, toda una máquina de la que los pilotos Mikkola y
Michele Mouton supieron sacar el máximo partido.
Pronto aparecería el Lancia 037, un coche diseñado y
construido exclusivamente para los rallyes
bajo la normativa del grupo B, un coche de tración trasera que consiguió
hacerle competencia al Audi gracias a su gran reparto de pesos, la incorporación de un motor
central, su chasis tubular y con la carrocería de fibra. Este coche tan solo pesaba 900 kilos y
alcanzaba los 315 cv. El 037 era un coche muy competitivo que consiguió varios títulos
como campeón del mundo de constructores o varios campeonatos de Europa e
Italia. Walter Rohrl y Markku Alen fueron dos de sus pilotos más destacados.
En 1982, Peugeot desarrolló el Peugeot 205 turbo 16, un
coche con tracción total, motor central y que era estéticamente diferente a lo
que se había visto hasta el momento. El 205 era un coche veloz y ligero, pesaba
unos 900 kilos y podía alcanzar los 500 cv. Pilotos de la talla de Ari Vatanen o Juha
Kankkunen, entre otros, pilotaron esta espectacular máquina que sin duda, supuso
una gran competencia para el resto de marcas, como Audi o Lancia que intentaron responder creando
nuevos vehículos cada vez más potentes y ligeros.
Es el caso de Lancia, que vio como el 037 perdía efectividad
frente a coches como el 205 mucho más potentes y ligeros. Lancia creo en 1985
el Lancia Delta S4, desarrollado a partir del Lancia Delta que había salido al
mercado en 1979. El Delta lograba bajar más el peso que sus rivales, solo
pesaba 890 Kilos y alcanzaba los 450 cv, y esta vez, Lancia apostó por la
tracción total, en detrimento de la tracción trasera que pronto caería en
desuso. Markku Alén y Henri Toivonen entre otros, tendrían el privilegio de
pilotar este coche.
En 1985 también, la marca francesa Renault, presentó el R5 maxi
turbo, una apuesta arriesgada que pesaba 906 kilos, con motor central y
alcanzaba los 350 cv, pero era tracción trasera. El Maxi turbo no tendría mucho
tiempo para demostrar su eficacia ya que el Grupo B seria prohibido al año
siguiente por cuestiones de seguridad, pero aun así por su volante pasaron
algunos de los mejores pilotos del mundo como Sainz, Auriol, Ragnotti o Saby
En esta época dorada de los rallyes, nos encontramos con
otros coches, que aun siendo menos laureados o eficaces que los anteriores,
merecen de mención, como el Citroen Visa, el Ferrari 288 GTO, el Ford RS200, el
Mazda RX-7, el Opel Manta 400, el Porsche 911 Turbo o el 928 S o el Talbot
Samba que también hicieron las delicias de un público que vivía la mejor época de
los rallyes.
Pero en el año 1986 la falta de seguridad y las tragedias
que se vivirían acabarían con el Grupo B de rallyes. En Portugal se vivió el primer drama, un piloto
local llamado Santos, se salió con su Ford
RS200 provocando la muerte de tres espectadores del rally y una treintena de
heridos. Pero el punto de inflexión lo marcaría la muerte de Henri Toivonen,
que sufrió, en el rally de Corcega, una salida y su coche ardió en llamas, llevándose
por delante su vida y la de su copiloto Sergio Cresto, inmediatamente algunos equipos oficiales se retiraron en señal de
duelo.
La FISA decidió prohibir los grupo B para el año siguiente, eran coches
muy rápidos y ligeros pero se había descuidado mucho su seguridad. Tras el
accidente de Toivonen, Audi y otras marcas decidieron abandonar la competición,
pues consideraban que era muy peligrosa y solo Lancia y Peugeot completaron el resto
de la temporada. Al final de la temporada los Grupo B quedarían prohibidos por
su gran inseguridad y con ello acabaría una de las épocas más laureadas de la
historia de los rallys.
Tras la prohibición del Grupo B, muchas marcas decidieron
reciclar los vehículos o venderlos a pilotos privados para que los usaran en
campeonatos menos restrictos. Otras unidades terminaron en museos de las
marcas. Aun hoy en día es posible ver coches del Grupo B en rallyes, pero estos
son parte de la categoría de Clásicos y no se pueden usar para correr en
velocidad.
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